miércoles, 10 de febrero de 2010

Mi Habitacion Es Un Burdel Barato [ Capitulo II ]



¡Agr!, tengo el cuerpo hecho mierda, maldito simio.
El sol brillaba fuerte, hacía calor, el clima no cambiaba mucho en esa temporada, el moreno guardaespaldas seguía sentado en su asiento, con los ojos muy abiertos, alerta a cualquier movimiento.
-          Hey  ¿Qué hora es?-dijo levantándose lentamente del sillón de la sala.
-          Ya es tarde, era hora de que despertaras-dijo con una voz gruesa
Se paró de un salto pero cambio de gesto cuando sintió un dolor en el estomago. Justo en ese instante entro la morena por la puerta contigua.
-          Gabriel, para mayor seguridad nuestra y poder confiar en ti vas a trabajar al lado de uno de mis guardaespaldas-sentencio la morena
-          No me digas que voy a trabajar con el simio este-respondió un poco incomodo
-          No, pero tampoco lo trates así, yo no responderé por como pueda reaccionar el
-          Entonces, dime morena ¿Quién es esa persona?
-          Le decimos “El lagarto”
-          Bueno, y ¿Dónde está?-pregunto arreglándose la camisa.
-          El aun no llega, pero ya lo hará, creo que entiendes que no confiamos lo suficiente en ti así que tenemos que mantener vigilados tus pasos.
-          Si, si lo entiendo, pero si es tu guardaespaldas ¿cómo es que no está junto a ti?
-          El ahora está encargado de la seguridad de mis chicas, pero ahora le delegare ese cargo a macaco
-          Entiendo-dijo un poco pensativo, bueno entonces dígale cuando llegue que me espere en el bar hoy por la noche, yo me retiro.
-          Tú no te vas a ir, así no te puedes ir no confió lo suficiente como para dejarte andar libremente por ahí
-          Jajaja morena, si queremos trabajar juntos en algún momento vas a tener que hacerlo, ¿Por qué no empezar ahora?
-          ¿y a donde iras? Macaco ira contigo hasta que lo reemplace lagarto
-          Prefiero ir con cualquier otra persona que con él, morena simplemente iré a comer, a buscar municiones para mi arma, uno nunca sabe cuando las va a necesitar y no creo que para eso sea necesario que me acompañe, no quiero ver que hasta me siga cuando vaya al baño.
-          Pero de todas maneras no puedo dejarte así
-          Hagamos una cosa, yo me voy y me veo con lagarto en el bar, dime como lo reconoceré.
-          Te dirá que vendrá de parte mía y sabrá quién eres, lo reconocerás rápido, es el hermano menor de macaco.
-          Bueno entonces yo me retiro.
-          Hombre, te mantendré vigilado, nada de juegos tontos.
Ay morena, si quisiera te engañaría mas, no puedo creer que a pesar de tus años y con la gente que tratas sigas siendo tan ingenua, seguro que todo el trabajo se lo dejas a tus hombres, porque aparte de fea inteligente no eres.
“Gabriel” salió muy rápido de aquel lugar, con el presentimiento de que tal vez el guardaespaldas de la morena lo seguiría para controlar sus pasos o tal vez para acabar con él y que nadie sepa nada de lo ocurrido, era una probabilidad, porque él tampoco podía confiar en ella.
Doblo la esquina de la cuadra donde se encontraba el “Encanto” vio el sol y el cielo y calculo aproximadamente las 10 de la mañana, reviso sus bolsillos y aun tenía el cigarrillo de anoche envuelto suavemente en un pañuelo limpio, lo volvió a guardar y reviso sus demás bolsillos, no le faltaba ni le sobraba nada, estaba en su naturaleza ser precavido y fijarse en detalles.
Cruzo calles y doblo muchas esquinas, dio vueltas a algunas manzanas y giraba constantemente sin dirección, apresuradamente con el único fin de que si alguien lo estaba siguiendo le perdiera el paso. Su fin era ir a la intendencia policial, algo que la morena no podía saber porque ese tipo de gente no trababa directamente con la policía mucho menos si él era el tipo que contrataron.
Su aspecto físico no había cambiado mucho, tenía 33 años pero él se sentía viejo, cabello negro totalmente desordenado, porte varonil y su presencia parecía tranquila, en cualquier lugar lo sentían así.
Estaba en la esquina de la intendencia, se fijo a todos lados, lo hizo por segunda vez y entro apresurado.
Ruego por mi propia seguridad que nadie me haya visto.
-          Buen día, necesito hablar con el coronel Montoya.
-          ¿Sobre qué? ¿algún tipo de denuncia grave?
-          Solo llámelo.
-          Señor compórtese, no podemos hacer eso
-          “Gabriel”, hombre que hace usted por aquí-dijo el coronel entrando a la habitación.
-          Necesito hablar con usted
-          Claro, venga, vayamos a mi oficina-dijo con una sonrisa en la cara


-          Bueno entonces, ¿ya atrapo a nuestro asesino?
-          No, no es eso, le he traído algo-sacando el pañuelo de los bolsillos-normalmente lo haría yo porque es parte de mi trabajo pero carezco de las herramientas y el dinero, es una colilla de cigarro, le encontré en la escena del crimen, necesito que le manden a hacer una prueba de ADN a la parte del filtro.
-          ¿Usted cree que aun se conserve la saliva?
-          Es posible, me ayudara a saber si el cigarrillo era de la víctima o del asesino lo cual nos daría aun más pistas.
-          Nos va a tomar tiempo.
-          No me venga con esas cosas, yo quiero terminar mi trabajo ya, además ese fue el trato, ustedes estarían a mi disposición.
-          Está bien, Gabriel, no se exaspere mandaré a hacer ese examen hoy mismo y en cuanto tengamos los resultados se lo haremos saber.
Es bueno que colabores bolillo desgraciado.
-          Entonces yo me retiro, tengo trabajo que hacer.
-          Usted siempre tan trabajador señor-dijo en son de burla
Gabriel salió hasta la puerta de la comisaria, se acomodo el cabello y salió agachado y deprisa del lugar y doblo a la primera esquina que encontró, le parecía incomodo tener que hacer eso pero no le quedaba de otra. Se dirigió a su casa con la esperanza de que su mujer no se encuentre ahí.
Ya por la noche, después de un pleito con su mujer, de las excusas, las mentiras el salió al promediar las 6 p.m. con dirección hacia el bar. Cuando llego al “Gato Negro” vio un ambiente clásico, tranquilo y normal, hombres bebiendo, conversando, riendo, jugando póker y mujeres de compañía.
El fue y se sentó en la barra, el que atendía tenía un aspecto cruel, desalmado, unos ojos sin chispa, con cara de poco conversador y parecía que aun no llegaba el lagarto o quien sabe donde andaría.
Parece que voy a tener que arriesgarme a buscar información descaradamente.
-          Oye dame una cerveza por favor-dijo dirigiendo la mirada hacia el que atendía la barra.
-          Está bien-respondió fríamente.
El hombre le sirvió la cerveza y continúo limpiando algunos vasos. Gabriel intento hacerle algunas preguntas pero su mirada y su aspecto imponente no se lo permitían, tal vez el podría sospechar algo sobre su trabajo. Cogió su enorme vaso de cerveza y se dirigió al centro del bar, busco una mesa y paró los ojos en una mesa con 3 jugadores de póker.
-          Buenas noches señores, ¿Qué les parecería si me uno a su partida?
-          ¿Tu quien eres?-pregunto uno un poco fastidiado
-          Solo vengo a jugar, no conozco mucha gente por aquí y quiero jugar con alguien aparte traigo dinero-dijo mostrando algunos billetes.
-          Bueno, bueno si es así entonces juguemos-respondió el otro con un tono jovial después de haber visto el dinero.
Se sentaron, comenzaron el juego, juego unas dos partidas de poca duración y cuando estuvo más familiarizado con el grupo, comenzó a indagar.
-          Ando buscando un guardaespaldas, para un amigo que acaba de entrar en unos negocios de la zona, ustedes deben imaginarse, no sé si tal vez conozcan a algunos.
-          Jajaja ¿en qué tipo de negocios acaba de entrar tu “amigo”?
-          Eso no importa, me han hablado de un tal “Lagarto”, ¿lo conocen?
-          Claro, es el guardaespaldas de la morena.
-          ¿Qué morena?
-          La matrona del “Encanto”, no es un hombre peligroso pero creo que si de confianza cuando le pagan lo suficiente.
-          ¿Entonces podría hacer algunas jugadas de dinero con él para que trabaje con mi amigo?
-          Claro y ahora con más razón, ya no creo que quiera seguir trabajando para la morena-dijo burlonamente.
-          ¿y eso porque?-pregunto intrigado.
-          Jajaja, ese hombre es un mentecato, estaba perdidamente enamorado de una de las meretrices de la morena, la cual nunca le dio esperanzas, ni le hacía caso pero el aun así trabajaba para la morena.
-          Si, si es verdad, moría por la bizcocho-dijo otro- no entiendo cómo pudo enamorarse de una ramera
-          Creo que así son las jugadas del corazón, bueno yo tengo que retirarme, fue un gusto hablar con ustedes.
-          Hey hombre no te vayas, juguemos una partida mas
-          ¿Todavía estas interesado en hablar con el lagarto?-pregunto el que no había hablado en toda la conversación.
-          Sí, claro
-          El moreno delgado y rapado de la barra, el de la tercera silla, es el.
-          Me parece genial ¡gracias!
Creo que más suerte no he podido tener, si el lagarto se hubiera acercado a mí en la mesa esos hombres hubieran pensado que ya lo conocía y que buscaba información sobre alguna otra cosa, hubiera estado en problemas.
Se acerco hacia el lagarto y le dio unas palmadas en la espalda, el volteo algo sorprendido con una cara un poco mareada y un ligero aire de enfermedad.
-          Hola “Lagarto”, te estaba esperando
-          Gabriel, la morena me mandó mas a vigilarte que a ayudarte, eso lo deberías saber.
-          Claro, obtendré favores, beneficios e información de ella creo que su desconfianza está siendo justificada.
-          Estuve hablando con el hombre de la barra, pregunte por lo del cigarrillo
-          Ese hombre me causa cierto escalofrió. ¿y qué averiguaste?
-          Nada
-          ¿Nada?
-          El no recuerda quienes compraron cigarrillos porque fueron muchas personas.
-          Bueno si, además haya sido la puta o el asesino…
-          Ejemm..!
-          Digo la bizcocho o el asesino el cigarro lo pudieron haber comprado algún otro día-dijo cautelosamente sosteniendo la mirada agresiva del lagarto
Parece que este reptil si se moría por aquella mujer, debo ser cauteloso con mis palabras con él, aparte tiene cierto aire de confianza, podría aprovechar eso.
-          Traes mala cara ¿qué paso?
-          Nada, solo es la resaca. Ayer fue una noche larga.
-          Bueno entonces, ¿nos tomamos otra cerveza para empezar el trabajo?
-          Tómatela tú, yo prefiero pasar por hoy.
Gabriel pidió otra cerveza y se la empezó a tomar, mientras vio a dos sillas de él a un hombre de apariencia recatada, con gafas grandes, cabello en forma de remolino un poco largo, camisa, pantalones y zapatos nuevos que lo miraba ya desde hace unos instantes.
En ese momento,  el lagarto contesto una llamada de su celular, se puso pálido y se paro.
-          Oye lagartija ¿qué pasa?
-          Me llamó la morena, tengo que salir, no te muevas de este lugar, volveré-dijo saliendo apresurado.
Aquí hay algo raro, uno nunca sale así si supuestamente me tenía que vigilar.
En ese instante se acerco la persona de las gafas que estaba sentado cerca de él y le hablo con la cerveza en la mano.
-          Bueno Gabriel, parece que ya se fue el lagarto, ahora tal vez podemos hablar
-          ¿Quién eres tú? ¿Cómo sabes mi nombre?-dijo atónito parándose.
-          Se mucho más que eso, sígueme-respondió saliendo del local
Él lo siguió hasta la esquina de el local y lo detuvo antes que doblara la esquina, era ya de noche, la luces de la ciudad alumbraban, los coches hacían ruido a lo lejos.
-          Dime ¿Quién eres tú?
-          Solo necesito hacer un trato contigo, algo que nos favorece a los dos.
-          No tengo por qué.
-          Estimado Gabriel, te quedarías sin apoyo de la morena si le digo que trabajas para los bolillos, además que ya habría más desconfianza, también si la policía se entera que estas llevando este caso de una manera “poco confiable”, aparte sin el trato que te ofrezco no eres nadie, yo estoy seguro que el lagarto se fue porque ya se enteraron de la puta que murió hace unas horas-dijo con una sonrisa en la cara, muy tranquilo.
-          Mierda-lo cogió del cuello y lo tumbo al piso apuntándole con su arma- dime ¿Quién mierda eres tú?
-          No hay necesidad de ser agresivo, puedes perder muchas cosas si no aceptas mi trato, y puedes ganar muchas otras, soy alguien de quien puedes temer-dijo todavía con su sonrisa.
-          Maldito psicópata, te voy a matar ¿Así que eres tú el asesino?
-          Jajaja, otra vez te vuelves a equivocar.
-          ¿Qué mierda quieres?
-          Simple, hacer un trato contigo, me conviene, te explicare.
-          ¡Dime de una puta vez quien eres!
-          Muy fácil, soy periodista.

2 comentarios:

  1. Omg!!!
    omg!!!
    xk nos dejas con la intrigaa?? jojo
    wauu esta parte si k m gusto =)
    lo etas aciendo mui bn amiiooo =)
    si k si

    ResponderEliminar
  2. no tiene tanta accion como el otro pero dejaste con la curiosidad, esperando tercer capitulo! salu2

    ResponderEliminar